Nuestra acción es para denunciar la impunidad en el campo", explicó a la AFP Ivagmo Brito, un dirigente campesino de 29 años, coordinador de la manifestación que reunió a unos 200 labriegos y que el jueves cortó el paso de vehículos por la carretera Transamazónica.
"Cualquier asesinato en el campo ligado a los ambientalistas nos compete, porque somos una sola clase y somos solidarios", añadió.
La dirigencia de los Sin Tierra "también es amenazada por empresarios, hacendados, madereros y líderes políticos", denunció Noemí de 35 años, participante de la protesta.
En menos de tres semanas, cinco campesinos fueron asesinados en Pará, uno de los estados más violentos de Brasil por sus conflictos agrarios por tierra y deforestación, y uno en el vecino Rondonia.
La protesta exige al gobierno de Rousseff que legalice la toma de tierras de unas 8.000 familias, ubicadas ahora en "campamentos de ocupación", y que además les provea de infraestructura vial, de salud y educación.
"Entendemos que Dilma está aún ajustando el gobierno, pero que no olvide que su gran propuesta de campaña fue la reforma agraria, que comenzó (el ex presidente) Luiz Inacio Lula da Silva", señaló por su parte Valmer Rossi, otro dirigente campesino de 49 años.
Antes de asumir el poder en enero, Rousseff advirtió a los Sin Tierra de Brasil que no permitiría invasiones de haciendas y edificios públicos, el método favorito de presión de ese movimiento aliado a Lula.
Por otro lado, el Senado brasileño tiene pediente la discusión del polémico Código Florestal, aprobado a finales de mayo por la Cámara de Diputados, que flexibiliza la ley que protege los gigantescos bosques del país ante el avance de la agricultura.
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