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jueves, 16 de junio de 2011

Los retos de la democracia latinoamericana

Rubén Aguilar Valenzuela (*)
MEXICO DF - El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización de Estados Americanos (OEA), han realizado un diagnóstico sobre la democracia en América Latina y han propuesto una serie de medidas concretas para consolidarla.

El resultado de este trabajo lo han dado a conocer en el informe Nuestra Democracia que analiza el comportamiento de la democracia en 18 países de la región. El texto reconoce los avances realizados en las últimas décadas, pero también plantea una serie de carencias.

Las deficiencias que se señalan, con menor o mayor grado en los países estudiados (entre los que se incluye México) son: la desigualdad en la distribución de la riqueza y el poder al interior de los países lo que provoca la frustración y el desánimo ciudadano. A lo anterior se añade la escasa participación de los ciudadanos y sus organizaciones en el ámbito de las decisiones sobre los asuntos púbicos, la corrupción pública y privada que afecta el patrimonio del Estado y la creciente inseguridad.

La parte medular del texto ofrece propuestas para hacer frente a los problemas planteados en tres áreas críticas que están presentes en los países: Financiamiento el Estado, elevar los niveles de cohesión social y mejorar la seguridad ciudadana.

En primer lugar se plantea que la necesidad de reformas tributarias que den más recursos al Estado, para que pueda responder a la creciente demanda social. Los países cuentan con una baja capacidad fiscal y una estructura tributaria basada en impuestos indirectos y al consumo.

En la región los impuestos directos sólo representan el 17.7 % de la recaudación y existe un dependencia de la recaudación de recursos “fáciles” como los ingresos tributarios indirectos que ofrece el 26 % y la recaudación no tributaria relacionada con la extracción y la comercialización de las materias primas que alcanza el 25 % de los ingresos corrientes.

La reducción de la desigualdad social es el segundo gran reto. De los 15 países más desiguales del mundo diez son latinoamericanos. Se reconocen los avances en la reducción de la pobreza extrema, pero persisten grandes diferencias económicas, sociales, étnicas, de género y también territoriales.

El tercer reto es ofrecer una respuesta efectiva al problema de la inseguridad que está presente y crece en todos los países de la región. América Latina cuenta con la tasa más alta de homicidios en el mundo y con expresiones de violencia que van de la guerrilla a las bandas del crimen organizado.


Las promesas de resolver la seguridad con “mano dura” han demostrado no ser una solución estable y eficaz, dice el texto. También añade que, en esta lucha, las fuerzas de seguridad y los ejércitos asumen roles protagónicos y que debe evitarse que ganen espacios de autonomía indebidos frente a las autoridades civiles. 
(*) Columnista de ContraPunto

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