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domingo, 12 de junio de 2011

!Deportistas Sí, Soldados No!

Edgardo Quintanilla (*)

LOS ÁNGELES - En mi metrópolis angelina, la extraña primavera hace florecer los copos morados de los jacaranda en junio, ir en el mismo día del frío matutino al calor de la tarde, ver un cielo gris tornarse celeste, leer en un periódico en español el comentario del cónsul salvadoreño de turno que sin presentar ninguna prueba dijo que un empleado del gobierno salvadoreño había creado un incidente diplomático entre su país y Qatar, ver el precio del combustible subir, bajar, y subir en medio de preparativos para el fin del año escolar, planear para el indeseable cierre de 50 horas de la autopista 405 en el paso de Sepúlveda (por donde transitan cerca de 200.000 autos al día) en julio.

Ningún medio de prensa en Centroamérica se dignó a investigar la verdad del supuesto incidente diplomático para saber quién era el ofendido en Qatar, cuándo, cómo, y por qué, y que significaría el hecho si se descubriese que dicho incidente nunca ocurrió.

La paliza de 5 goles a cero que recibió el equipo de fútbol salvadoreño de parte de México en la Copa de Oro recibió más cobertura, análisis, lamento. Quizás no tanto como el repudio para Funes por firmar sin mesurado análisis, visión, conciencia de periodista crítico, el Decreto Legislativo 743 presentado por la derecha salvadoreña (con el apoyo de dos votos de diputadas efemenelistas) bajo el silencio del FMLN pero no la Concertación de Veteranos de Guerra del FMLN, abriendo la puerta para el inicio de una discordia más en el país donde el caciquismo, los abusos de poder, y la impunidad imperan.

El bienal discurso triunfalista de Funes anunció la propuesta militarizada de meter a millares de asumidos jóvenes en riesgo al ejército salvadoreño para darles disciplina y alejarlos de las pandillas. Busqué un análisis presidencial de dicha propuesta y no lo encontré, mientras recordaba el significado bíblico y metafísico del vocablo salvadoreño expresado en el concepto de “vergueada” al ser aplicado a la derrota de la Selecta a los pies de nuestros hermanos mexicanos. La única honra para los seleccionados guanacos fue lo decoroso del hecho al compararse con la debacle del 10-1 con Hungría en la Copa del Mundo de 1982.

Me viene a la mente el discurso del candidato Funes en el Biltmore de Los Ángeles en el 2008, sobre el cual escribí un artículo en ContraPunto, donde dijo que él había sido periodista y que no había dejado de serlo. Asumo que ser periodista requiere tener objetividad, mantener la obligación de investigar, hacer preguntas correctas, indagar, confirmar, y no repetir lo que dice un político como evidencia verdadera. Al comparar un plan nacional de meter a millares y millares de jóvenes en una institución castrense ó un plan nacional para empezar a entrenar a millares de jóvenes deportistas, ¿cuál plan sería mejor a plazo corto y plazo largo?

Hay un estudio que prueba que una persona que ensaya 10.000 horas se vuelve un gran músico. El deporte no es una excepción a dicha regla, pero requiere otro tipo de coordinación y aceptación para crear una mayor infraestructura que resulta en empleos, oportunidades de trabajo, fuentes de salario.

Sentí cierta lástima cuando leí un correo que mi amigo Niki Orellana me hizo llegar para decirme que un representante de la federación de fútbol salvadoreña estaría haciendo pruebas en una escuela de Los Ángeles para muchachas salvadoreñas que deseaban ser consideradas para entrar en la selección sub-20. El reto del deporte salvadoreño no está en los vecindarios de California o en la competividad del Barcelona y el Real Madrid, pero en los barrios, colonias y cantones de El Salvador. No hay duda que Funes, el periodista crítico dormido, está lleno de un pasajero sentimiento de poder y gloria, sin mejores ideas concretas para la juventud salvadoreña en riesgo, porque al meterlos en montones al ejército no crea auto-responsabilidad, empleos, y seguridad nacional.

No es lo mismo ver y tener un millón de jóvenes metidos en el deporte, que ver un millón de muchachos aprendiendo a usar y disparar armas. Una de las ironías de la India es la riqueza espiritual del Hinduismo en un país que ahora es uno de los mayores importadores de armas en el mundo. El Salvador, un paisito sin riqueza espiritual autóctona y recursos comparables a la India, pretende frenar la violencia de su juventud con métodos que perpetúan al ejército salvadoreño, la vaca sagrada que Funes y el FMLN no quieren cambiar.

(*) Abogado miembro de la Barra de Abogados de California y colaborador de ContraPunto.

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