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lunes, 22 de noviembre de 2010

Otro descalabro


Desde el otro lado
Arturo Balderas Rodríguez

Mal empieza la semana a quien ahorcan en lunes. Se puede decir que algo parecido le sucedió al presidente Obama la semana pasada. En casa su partido perdió las elecciones en forma abrumadora. En Europa fue rechazada su propuesta para salvar la economía mediante la ampliación del déficit en la reunión del G-20. Se acusó a EU de intentar devaluar el dólar para volver más competitivas sus exportaciones después de que la Reserva Federal anunció que inyectaría 600 mil millones de dólares para solventar la crisis económica. Falló en su propósito de firmar un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur. En China fue rechazada su propuesta de revaluar el renminbi y así equilibrar la injusta competencia de las exportaciones de ese país a EU. El clímax de sus problemas se presentó cuando, después de acordar la ampliación del tratado de reducción de armas con el presidente Medvedev, al llegar a casa un senador republicano declaró que es prematura la ratificación de ese acuerdo por el Senado. Cada hecho merece un comentario por separado; ahora sólo se describirán las consecuencias de éste último.

Un pretexto para aumentar el arsenal nuclear en EU durante la guerra fría fue la necesidad de mantener el equilibrio en la carrera armamentista con la Unión Soviética. Así se explicaba y justificaba la idea de la doctrina de contención en la carrera armamentista.

El mundo siempre estuvo al filo del desastre esperando que algún desquiciado en esos países iniciara un desastre nuclear en un arranque de paranoia e histeria. El mejor ejemplo gráfico es la película de Stanley Kubrick, Dr. Strangelove, en la que se encadenan eventos tragicómicos cuyo desenlace es precisamente el holocausto nuclear. Por ello, cuando a la caída del régimen soviético se iniciaron las pláticas de distensión para reducir el arsenal nuclear, hubo un justificado respiro en todo el mundo.

EU ha insistido en el desarme de Irán y Norcorea, y fue el pretexto del ex presidente W. Bush para invadir Irak. Llama la atención que un senador republicano de alta jerarquía diga que por ahora es precipitado ratificar el compromiso firmado por el presidente de EU con el ruso. El problema es que ahora será difícil que EU exija a Irán y Norcorea someterse a un tratado similar, cuando los estadunidenses son incapaces de sujetarse a las reglas que exigen a otros países.

La conclusión es que en su necedad por dañar a la administración actual, a algunos conservadores no les importa dañar también las relaciones externas de su país.

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