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jueves, 18 de noviembre de 2010

Cuba: cambios y más democracia



Ángel Guerra Cabrera

El proceso nacional de debate convocado en Cuba entre el 1 de diciembre de 2010 y el 28 de febrero de 2011 es el verdadero inicio del VI congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), continuidad de un Parlamento obrero, campesino, estudiantil y popular al que la revolución ha acudido muchas veces desde su llegada al poder. El documento abierto a discusión pública es el Proyecto de lineamientos de la política económica y social (www.cubadebate.cu), elaborado por la Comisión de Política Económica del congreso, del cual constituirá el tema principal y el propósito al debatirlo con la ciudadanía es asegurar que de sus propuestas salga el documento definitivo que habrá de someterse a la consideración del máximo órgano de dirección del PCC, a celebrarse en abril de 2011. El proyecto fue puesto hace días a disposición de la población a la vez que el partido celebró un seminario nacional para preparar a los cuadros y especialistas de ese nivel que tendrán la responsabilidad de organizar el debate en las provincias. En una de sus intervenciones en el seminario, que duró cuatro días, el segundo secretario del PCC, Raúl Castro, orientó: no se trata de convencer sobre lo que está escrito en el proyecto sino de explicar los asuntos y recoger meticulosamente las opiniones porque en este proceso el que va a decidir es el pueblo (las cursivas son mías). Antes había expresado que la diversidad es fundamental y que la vida se enriquece con las discrepancias, lo que tiene que ser una máxima dentro del partido, idea que reitera con frecuencia. Por ello –subrayó– la participación masiva es cardinal para el éxito del congreso y puntualizó que las ideas de Fidel están en cada uno de los lineamientos propuestos.

¿Se quiere un ejemplo superior de democracia directa y participativa, realmente socialista? Los dos principales jefes de la única revolución que ha luchado por el ideal y las realizaciones socialistas más de 50 años ante el embate implacable del imperialismo yanqui someten a escrutinio popular las propuestas del partido, en cuya elaboración han tomado parte personalmente. Una cuidadosa lectura del documento nos pone ante la perspectiva de una imperiosa e ineludible renovación radical del sistema de dirección económica, los mecanismos de redistribución social y los criterios de empleo de la fuerza de trabajo, pero sin ceder un ápice en la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción ni en la soberanía nacional sobre los recursos económicos y naturales. Sólo que ahora una parte importante de la propiedad social no sería estatal sino cooperativa, en la agricultura, los servicios y otras actividades, y tanto las cooperativas como las empresas estatales y los gobiernos municipales pasarían a disponer de crecientes prerrogativas, facultades y recursos que fortalecerían extraordinariamente la democracia participativa, la función del Estado en la planificación socialista y las armas para luchar contra el burocratismo. A la vez un emergente sector privado, debidamente regulado, pasaría a hacerse cargo de tareas que el Estado nunca pudo cumplir. Los dirigentes cubanos eluden el término reforma y prefieren el de actualización del modelo económico puesto que no se trata de cambiar la sustancia, el socialismo, sino de dar un gran salto en su perfeccionamiento, en la consecución de sus objetivos y en el paso a una etapa superior del desarrollo económico realizando los cambios que sean necesarios, rectificando errores y modificando reglas que en su momento pueden haber sido indispensables pero hoy constituyen trabas para la construcción socialista. Se trata también de elevar la competitividad y el nivel de vida del país en las hostiles e imprevisibles condiciones de la crisis más catastrófica en la historia del capitalismo sin dejar a nadie desamparado pues las redes sociales se encargarán de evitarlo.

El proceso de discusión actual no es nuevo y sus antecedentes han sido decisivos para llegar a estas fechas con la formación de una base de consenso popular. Se inició con el debate nacional sobre el discurso de Raúl en Camagüey del 26 de julio de 2007, cuando expresó la necesidad de introducir cambios estructurales y de concepto en la economía cubana, y evocando a Fidel, cambiar todo lo que haya de ser cambiado, para lo que llamó a abrir una discusión pública que lleva ya tres años en curso y ha fomentado otro ciclo de parlamentarismo de calle cuya culminación será justamente el VI congreso del partido.

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