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viernes, 19 de noviembre de 2010

Argelia, los años de sangre y las complicidades de Francia

Entrevista con Lounis Aggoun (1/2)

La independencia no permitió a Argelia salir de la violencia, lejos de eso. No se devolvió el poder al pueblo, sino que un grupo inicialmente elegido por Francia para proteger sus intereses lo acaparó. Para mantenerse, este grupo no dudó en manipular a unos islamistas y en sumir al país en un nuevo ciclo de violencia. En una documentada obra, «Argelia, colonia francesa. 200 años de algo inconfesable», Lounis Aggoun denuncia un sistema elaborado por unos argelinos con el apoyo de Francia y después de Estados Unidos en detrimento de todo un pueblo.


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Lounis Aggoun

Silvia Cattori: Su obra «La colonie française en Algérie. 200 ans d’inavouable» (en castellano: Argelia, colonia francesa. 200 años de algo inconfesable) [1] es impresionante. 600 páginas densas y cautivantes que se basan en una amplia documentación y que hablan con empatía de un pueblo maltratado, al que se ha puesto de rodilllas. Se comprende que es el relato de un hombre herido por el sufrimiento de su pueblo y decidido a enfrentarse a esta realidad brutal, a la realidad. ¿Es así como lo vive usted?

Lounis Aggoun [2]: No quiero mezclar mis escritos con el desbordante raudal de contrasentidos y controversias en los que consisten las obras sobre Argelia. ¿Cómo no sentirse herido cuando se es testigo permanente del espectáculo de su pueblo martirizado? ¿Cómo no sentirse indignado después de ver al tirano investirse de virtud y presentarse como el garante de la libertad, de ver al violador, al ladrón, al canalla, en suma, todo lo que hace el Estado argelino, venir cotidianamente a asestarnos lecciones de moral? En el drama argelino no hay término medio. Por una parte está el territorio de los colonos (los nuevos, se entiende) y por otro el de los colonizados, que viven una realidad espantosa. ¿Podemos dedicarnos simplemente a nuestras obligaciones una vez que se ha tomado conciencia de esto? Por más que lo intento no lo logro.

Silvia Cattori : Usted afirma en el libro que la historia reciente de Argelia, de sus relaciones con Francia, es muestra de una permanente mentira. Al querer preservar a cualquier precio sus intereses estratégicos en Argelia, ¿verdaderamente obró Francia de manera que después de 1962 Argelia no pudiera acceder a la plena posesión de su soberanía? ¿Para Francia, Argelia valía más que otras ex-colonias?

Lounis Aggoun : Las cosas no se presentan de una manera tan maniquea. Dicho esto, es conocida la obra falsamente liberadora del general de Gaulle en África. ¿Cómo creer que haya concebido en Argelia el proyecto contrario al que era el suyo en el resto del continente? Esto no quiere decir que les deseara el mal a los argelinos, lejos de eso. Pero entre su proyecto de una Argelia independiente pero en manos de un poder garante de los intereses franceses (sus propias palabras dan testimonio de ello) y la concretización de ello (una abominable dictadura que exacerbó todas las ignominias de la ex-colonia) hay un margen y un río de sangre. Los argelinos son responsables de los abusos del gobierno tras el alto el fuego del 19 de marzo de 1962 (sean cuales sean las influencias externas, que son reales). Pero la mentira original (que difunden los mismos que pretenden militar por la verdad y la historia) consiste, medio siglo después, en negar que en el punto de partida está la voluntad por parte del poder francés de infiltrarse en la administración argelina. Después es trivial afirmar que el aprendiz de brujo perdió el control de su diabólica criatura.

Todo esto es lo que he querido documentar en mi obra basándome no en chismes sino en las declaraciones de los más altos responsables concernidos en el seno del Estado francés y del poder argelino. La verdad está ahí, escrita a fragmentos. Lo único que he hecho es reunir los fragmentos y la verdad ha emergido, irrefutable. Basta con querer mirarla de frente para tratar de reconstruir el futuro sobre unas bases sanas; o mirar para otro lado y seguir basando las relaciones entre ambos países en arenas movedizas. Los creadores de opinión podrán seguir pretendiendo (no me hago ilusiones) que Francia no tienen nada que ver en el desastre argelino tras la independencia y que quienes afirman lo contrario no son sino unos excitados inmaduros; los hechos son abrumadores y prevalecerá la demostración.

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